La Piñona

Maridaje elegante y sublime

El pasado domingo 26 de Febrero tuvimos la ocasión de asistir al estreno del primer espectáculo de Lucia Alvarez "La Piñona", después de ganar el pasado año la ultima edición del concurso más prestigioso de flamenco, el Desplante minero de La Unión. Bajo el titulo de "Un granito de Arena" (Momentos que he imaginado) , la gaditana natural de Jimena de la Frontera, desplegó sobre el escenario un memorándum a modo de cortometraje de lo vivido en su corta pero prolífica carrera aríistica.

Quiso empezar La Piñona con un homenaje a una de sus figuras más admiradas, el gran Antonio "El bailarin", para ello eligió pantalones ajustado negros y blusa negra con lunares blancos con manga larga, aprovechó para recordarnos la cantidad de juegos bien diferenciados que atesora con los pies, levantaba brazos y recogía manzanas con la estética propia de las años 40, cuando Antonio triunfaba por medio mundo y el "Zapateado de Sarasate" se incorporaría para siempre al repertorio del bailarín. En el cante, la retaguardia bien afianzada y con un plantel de autentico lujo, un triunvirato compuesto por Moi de Morón, Trini de la Isla y Niño de Elche, practicamente lo mejor que puedes encontrar en Sevilla en lo que al cante para el baile se refiere, un compendio de altura que no tendria la solidez necesaria sin la presencia del tocaor Miguel Perez, autor de la música y una de las mejores y más contundentes manos derechas del baile actual, completarían el cuadro el cubano Jorge Perez a la percusión , habitual de grandes artistas en sus giras. La coordinación de los tres cantaores que terminaron creando ecos con la llamada tradicional de la caña, fué "in crescendo" y sirvió para crear un golpe de efecto propicio para empezar el espectáculo. Preciosa caña que Lucia Alvarez ha sabido acoplar perfectamente a su "modus operandi" con nuevos accesorio bien definidos.

Con ese ambiente creado, llegaba el momento de la seguirilla que traían a la memoria de La Piñona el paisaje de reses bravas de su sierra gaditana. Fué Niño de Elche el encargado de dar atmósfera telúrica con un impresionante y contundente montaje en directo de voces superpuestas que a modo de Loop iba construyendo con un pedal de mezclas que situó a sus pies, todo ello apoyado escenicamente con escasas cuatro velas. La carga emocional del cante que aun retumbaba por los muros de la Sala Compañía, fué la excusa perfecta para que La Piñona desencajara la parte dramática del baile, que teatralizó en su justa medida y que apoyó en su vestimenta sobria con una toga larga color violeta que cubria su cuerpo entero y que en un momento de progresión arrancó para dar paso a un vestido negro mohino como el toro bravo de lidia. Bufaron los cantaores e impregnaron el aire de intensidad Baconiana, la bailaora aportó una cantidad de recursos tanto de brazos como de pies, que en otras ocasiones no habíamos disfrutado, es por ello que deduzco un trabajo de fondo intenso y conciso en la coreografía de la gaditana.

El otro baile que enfrentó La Piñona fué un cambio de registro totalmente extremo, invitó a las tablas a Angelita Montoya, heredera del cante trianero de su familia, que armonizó con otro de los cortometrajes que la bailaora quiso rescatar de sus recuerdos, sus viajes en coche con su madre hacia las clases de baile mientras escuchaba a la familia Montoya, es por ello que Lucia eligió los tangos para dar rienda suelta al desgarre de Angelita, que acabó bailando con Lucia Alvarez y se recogieron ambas del escenario con el ambiente festero propio de las callejuelas del arrabal trianero.

Cerró La Piñona con el baile más emotivo y que con mas solera ejecuta la gaditana, la soleá.

Apareció con vestido carmín fuego con bata de cola, y comenzó con ese peso que es capaz solo ella de calzar a la soleá, levantando parsimoniosamente los brazos al cielo con el rictus del sufrimiento por la madre perdida, la evocación que para siempre perdurará en el recuerdo de La Piñona. Es en este baile donde Lucia Alvarez se encuentra con todos sus recursos, es donde los reconduce por el camino de la jondura, del flamenco cabal y puro, es cuando aparecen en mi mente los brazos elegantes de Matilde Coral, la presencia rancia, incontestable y sublime de Loli Flores, los pies impolutos de Antonio, y la elegancia de ella misma, Lucia Alvarez "La Piñona", tal vez su sello mas identificativo, una elegancia de seda fina que es de agradecer en tiempos de tantos saltos, remates presupuestos y los giros que se repiten interminables, Lucia tiene elegancia, saber estar, sencillez y lo más importante, no es pretenciosa, sus formas son clásicas pero con una impronta personal que la hace diferente, es como catar un buen aceite de oliva, con cuerpo fino, color dorado y terso , olor dulce e intenso y aroma a flores y tierra mojada. Excelente granito el que aporta La Piñona al baile flamenco, el premio de La Unión no cae en saco roto, está mas que justificado. Las buena bailaoras y los buenos aceites, un buen maridaje, nunca se olvida.


Manuel Sualis, le 26/02/2012

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